Powered By Blogger

jueves, 9 de abril de 2009

Quizás hay demasiadas palabras para pronunciar. Para pensar, para expresar. Y a la vez ocupan un espacio innecesario en el mundo. Quizás.
Pero lo que sí en verdad ocurre es que ayudan. A veces. Y también traicionan. Ocultan, delatan, arruinan. Molestan. Divierten. Alegran.
Y sin embargo son difíciles de utilizar, de manejar. Porque, al mismo tiempo, ellas nos controlan, nos limitan. ¿Cuánto sabemos realmente acerca del peso de pedir PERDON, de decir que AMAMOS, de dar las GRACIAS? Quizá ni siquiera la mitad de lo que significa. ¿Cuántos de nosotros tenemos la conciencia limpia de sentir que hemos usado bien las PALABRAS? Porque los silencios también son importantes, los símbolos, los mensajes subliminales, las comunicaciones decodificadas. Dedicamos inconcientemente (y no tanto) nuestra vida al contacto constante con los demás seres humanos, por el medio que sea, porque deseamos LLEGAR a ellos.
Pero todo consta de un aprendizaje, y quizás éste sea el más arduo de todos con los que tengamos que lidiar para crecer. Las palabras nos definen de una manera literal, que nos permite idealizarnos y generar reconocimiento por parte de los demás.
En otras palabras...: es importante que aprendamos a HABLAR.

No hay comentarios:

Publicar un comentario