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domingo, 1 de agosto de 2010

Fear*

Odio a esas personas que dicen que no tienen miedo a nada.
(Si prestáramos atención a la querida gramática - que va a ser mi gran herramienta de trabajo - sería "que tienen miedo a nada". Gajes del oficio.)

Las odio porque me producen dos cosas: o escepticismo o admiración. Escepticismo, porque sinceramente dudo que alguien no tema a algo (daaale), y admiración (o envidia, podría ser) porque yo le tengo un miedo profundo a varias cosas, entre las que principalmente se encuentran (dividiendo categóricamente) la muerte, la soledad y el dolor.

La muerte: sí, le temo a lo desconocido, le temo a eso que pone fin a la vida, que en mi caso es buena... no de las mejores (aunque es relativo eso, ¿no?) pero no me puedo quejar. No sé si hay algo mejor o algo peor que esto después de vivir pero francamente le tengo miedo. "¿Por qué?" me preguntan. Si tuviera el motivo en claro, creo que probablemente acabaría el miedo. No lo sé, y tampoco puedo saber si en algún momento voy a tener la respuesta a esa pregunta. No sé qué viene después, y para alguien a quien le importa el porvenir, tener este terror me resulta bastante lógico y torturador a la vez.

La soledad: ¿A quién no le daría miedo quedarse completamente solo, cual Tom Hanks dibujándole una cara a una pelota de voley? (¡gracias!) Este también podría considerarse como otro miedo a lo desconocido, porque nunca he sufrido una soledad de ese estilo. Pero basémonos en algo menos exagerado: me asusta perder a alguien. Perderlo de la forma en que sea: como amigo, como novio, como conocido. Y ni hablar de la familia. Me parece de lo más temible. Y no soy una persona dependiente. Pero creo que valoro mucho a las personas y que si algunas empiezan a faltarme me significaría un gran sufrimiento. Lo que da el pie para el tercer miedo.

El dolor: Sufrir. Llorar. Sangrar. Padecer. Angustiarse. Lastimarse. Falta de dicha. Carencia de alegría. Dolor, en síntesis. Lo odio más que al miedo en sí. Por ende, lo considero uno de los miedos más intensos.

Estas tres categorías tienen sus relaciones entre sí de mil maneras posibles.


Lo bueno de reconocer los miedos es que su identificación ayuda a que no interfieran tanto en las decisiones que tomamos y podamos disfrutar la vida como debe ser.


tef.

* Esta palabra formaba parte del título de una colección de R. L. Stine que leía cuando era chica, (12, 13?) Los fantasmas de Fear Street. Me acordé de eso cuando titulé y me pareció que valía la pena anotarlo como referencia.

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