Tantas patas que me gustaría meter y no puedo
Tantos deslices que podría tener
Pero no quiero...
Sentada en un banco del parque,
meditando en mis problemas,
sumida en mis tristes pensamientos.
Se acercó a mí una niña,
con sus brazos extendidos,
y llegando a mí preguntó:
Sentí un nudo en la garganta,
un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
Acariciando su pelo, le fui explicando
todo lo que yo veía.
Y al terminar, con voz dulce ella me dijo:
- ¿Sabe una cosa señora?,
Yo lo veo, más bonito en mis sueños.
¿Será porque usted lo ve con los ojos tristes,
y yo lo veo con mis sentimientos?
Y se alejó la pequeña,
dejándome con los ojos
llenos de lágrimas,
diciéndome para mí adentro:
No es ciego el que no ve,
sino el que no quiere ver,
¡El que no aprecia todo lo que le rodea!
El que no llena su vida, de las cosas… ¡más pequeñas!
Gaviota Romero